En la entrada anterior, desglosé los principios y beneficios de la alimentación intuitiva. En esta ocasión, abordaré las situaciones en las que este enfoque podría no ser la elección más adecuada.
Para muchos, la alimentación intuitiva se presenta como la clave para una relación saludable con la comida y el cuerpo, evitando preocupaciones, distorsiones corporales y el peso de la culpa. Sin embargo, como todo enfoque, tiene sus luces y sombras, y hay momentos en los que no es la mejor opción.
Lo positivo es que nunca es tarde para adoptar este enfoque, incluso si la relación con la comida y el cuerpo está dañada. Sin embargo, hay situaciones en las que se necesitan pautas nutricionales más específicas, como en casos de enfermedades renales, diabetes tipo I y tipo II, patologías digestivas (colitis ulcerosa, cáncer y tratamientos oncológicos).
En cirugía bariátrica, la alimentación intuitiva puede no ser recomendable, ya que la señal de saciedad se ve afectada por la operación, dificultando la respuesta del paciente a las señales de hambre y saciedad.
En trastornos de la conducta alimentaria, este enfoque puede no ser adecuado debido a la necesidad de pautas más precisas para la recuperación. Sin embargo, destaca como una herramienta valiosa en la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria, con impactos positivos en la autopercepción y la satisfacción corporal.
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Un abrazo
Azahara