El verano suele asociarse con la «operación bikini«, que nos lleva a ciclos de dietas restrictivas seguidos de excesos durante las vacaciones. Este enfoque no solo es insostenible, sino también perjudicial para nuestra salud y bienestar.
Como nutricionista, propongo un enfoque diferente: utilizar el verano para adoptar hábitos alimentarios saludables y duraderos. Aquí algunas sugerencias:
- Explora nuevos alimentos y recetas: Aprovecha el tiempo libre para probar preparaciones novedosas y revitalizar alimentos olvidados.
- Varía tu dieta más allá de las ensaladas: Incorpora legumbres y frutas de temporada de formas creativas.
- Reduce el consumo de alcohol: Opta por agua con gas o cerveza 0,0 para mantenerte hidratado.
- Come con atención: Disfruta cada bocado y presta atención a tus señales de hambre y saciedad.
- Evita la mentalidad de «todo o nada»: No te restrinjas pensando en futuras dietas; esto solo aumenta el riesgo de excesos.
El verano es una excelente oportunidad para cuidar nuestra alimentación de manera consciente, flexible y placentera, estableciendo una base saludable que se mantenga a lo largo del año.