El ayuno intermitente se ha popularizado como una estrategia nutricional para bajar de peso, mejorar la salud metabólica y prevenir enfermedades crónicas. Sin embargo, más allá del marketing en redes sociales, ¿qué dice la ciencia?
Este método no se basa en qué se come, sino en cuándo se come, alternando periodos de alimentación con horas prolongadas de ayuno (como el modelo 16:8). Se ha vinculado con beneficios como mayor oxidación de grasas, mejora del perfil lipídico (aumento de HDL y disminución de LDL), mejor sensibilidad a la insulina y regulación hormonal (melatonina y cortisol).
Pero, ¿es el ayuno intermitente adecuado para todos? La evidencia indica que puede no ser recomendable para personas con trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad relacionada con la comida, diabetes o durante el embarazo. Además, estudios revisados por Nutrimedia (UPF y Centro Cochrane Iberoamericano) concluyen que los efectos en la pérdida de peso derivan principalmente de la reducción calórica, no de un “efecto mágico” del ayuno en sí.
En definitiva, el ayuno intermitente no es una panacea, pero puede ser útil si se adapta a tu estilo de vida, sin generar ansiedad ni comprometer tu bienestar. Consulta siempre con un profesional antes de iniciar este tipo de práctica. Aquí el artículo completo