Ayuno intermitente: beneficios, riesgos y mitos reales

El ayuno intermitente se ha convertido en uno de los temas más populares dentro del mundo de la nutrición y la salud. Cada vez más personas lo practican convencidas de que es la solución definitiva para perder peso, depurar el organismo o “resetear el metabolismo”. Sin embargo, la evidencia científica disponible pinta un panorama mucho más complejo.

El concepto no es nuevo. El cuerpo humano está diseñado para tolerar periodos de ayuno, algo que durante miles de años formó parte de la vida cotidiana por razones de escasez de alimentos. Lo novedoso hoy no es la práctica en sí, sino la manera en que se ha reinterpretado y comercializado: como un método de adelgazamiento rápido o un estilo de vida con supuestos beneficios casi milagrosos.


Qué es el ayuno intermitente y cómo funciona

El ayuno intermitente consiste en alternar periodos de ingesta con periodos de ayuno. Existen distintas modalidades: el método 16:8 (ayunar 16 horas y comer durante 8), el 5:2 (comer con normalidad cinco días y reducir drásticamente la ingesta dos días a la semana), o el ayuno en días alternos.

Durante las horas de ayuno, el cuerpo recurre a las reservas de glucógeno y, cuando estas se agotan, comienza a utilizar la grasa como fuente de energía. Este mecanismo es natural y puede favorecer la oxidación de lípidos. Sin embargo, los resultados en términos de pérdida de peso no son muy diferentes de los obtenidos con una alimentación equilibrada y un déficit calórico moderado.

Lo que realmente explica la pérdida de peso en la mayoría de personas que practican ayuno intermitente no es un “efecto metabólico mágico”, sino el simple hecho de reducir la cantidad total de calorías ingeridas al limitar las horas en que se come.


Qué dice la ciencia sobre el ayuno intermitente

A día de hoy, la evidencia científica muestra resultados mixtos. Algunos estudios apuntan a beneficios metabólicos, como una mejor sensibilidad a la insulina, reducción de triglicéridos o disminución de la tensión arterial. Otros trabajos, sin embargo, concluyen que esos efectos no son exclusivos del ayuno, sino del propio cambio en el patrón alimentario o de la pérdida de peso en sí.

Un análisis del Centro Cochrane Iberoamericano, a través del proyecto Nutrimedia, advierte que no existen pruebas sólidas de que el ayuno intermitente mejore la salud cardiovascular ni de que sea más eficaz que otras estrategias nutricionales para adelgazar.

Por tanto, el ayuno intermitente no puede considerarse una panacea, sino una herramienta que puede funcionar para algunas personas en contextos concretos, pero que no está exenta de riesgos ni es adecuada para todos los perfiles.


Riesgos y contraindicaciones del ayuno intermitente

Aunque se presenta como una práctica saludable, el ayuno intermitente no es inocuo. Puede resultar especialmente problemático en personas con antecedentes de trastornos de la conducta alimentaria (TCA), ya que fomenta la restricción y el control rígido de la comida. Esto puede derivar en episodios de hambre intensa, ansiedad o incluso atracones.

Tampoco se recomienda para:

  • Personas con diabetes tipo 1 o 2, que requieren control constante de glucemia.
  • Mujeres embarazadas o en lactancia, por las necesidades energéticas aumentadas.
  • Personas con bajo peso o con historial de dietas restrictivas, ya que puede agravar la desregulación alimentaria.

Además, muchos estudios sobre el ayuno intermitente se han realizado en poblaciones jóvenes y sanas, por lo que sus efectos a largo plazo en otros grupos aún no están bien establecidos.


Ayuno intermitente y salud mental

Otro aspecto importante que suele pasar desapercibido es el impacto psicológico. El discurso en torno al ayuno intermitente a menudo se asocia a mensajes de control, pureza o fuerza de voluntad. Esto puede reforzar la cultura de la dieta y la idea de que comer menos siempre es mejor.

En realidad, el cuerpo necesita energía de forma regular. Saltarse comidas o prolongar los ayunos puede provocar irritabilidad, falta de concentración, fatiga e incluso alteraciones hormonales. Si se convierte en una práctica rígida o motivo de culpa, deja de ser saludable.

Por eso, cualquier cambio en la alimentación debe realizarse desde la escucha corporal y el acompañamiento profesional, evitando caer en tendencias que prometen resultados rápidos a costa del bienestar.


¿Tiene algún beneficio el ayuno intermitente?

Sí, pero depende del contexto. En personas con hábitos alimentarios desordenados, horarios caóticos o exceso de picoteo, establecer ventanas de ayuno puede ayudar a reorganizar las comidas y mejorar la conciencia alimentaria.

También se ha observado que algunas personas experimentan una mejor digestión o una mayor sensación de ligereza cuando realizan cenas más tempranas o reducen los picoteos nocturnos. Sin embargo, estos beneficios no dependen exclusivamente del ayuno intermitente, sino del tipo de alimentos consumidos y del equilibrio global de la dieta.


El peligro de la publicidad y los mensajes simplistas

El auge del ayuno intermitente ha sido impulsado, en gran parte, por la industria del bienestar y las redes sociales. Se ha presentado como una herramienta casi milagrosa para perder peso y “detoxificar” el cuerpo, cuando en realidad el organismo ya dispone de mecanismos propios de depuración a través del hígado, los riñones y el sistema linfático.

El marketing ha distorsionado la evidencia científica, exagerando los beneficios y minimizando los riesgos. El resultado es que muchas personas lo adoptan sin la información suficiente o sin tener en cuenta sus condiciones individuales.


Conclusión: ni panacea ni demonio

El ayuno intermitente no es ni la solución definitiva para perder peso, ni una práctica peligrosa en todos los casos. Es una herramienta que puede tener cabida en determinados contextos, siempre que se realice con acompañamiento profesional, con una base de evidencia y sin perder de vista la salud mental.

Más allá del método, lo verdaderamente importante es mantener una alimentación variada, suficiente y equilibrada, con alimentos reales, descanso adecuado y una relación saludable con la comida.

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Azahara Nieto

Dietista-nutricionista especializada en alimentación consciente, trastornos de la conducta alimentaria y nutrición clínica vegetariana. Fundadora de Se come como se vive, donde ayuda a mejorar la relación con la comida desde un enfoque no pesocentrista y con perspectiva de género.

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